Este blog lo creamos para compartir. En él encontrareis sueños y vivencias, recetas y trucos. Esperamos que os sirvan, si no para aprender algo nuevo, al menos sí para arrancaros una sonrisa.


Y más allá de las nieblas del sueños, allí donde solo unos pocos llegarán jamás, se encuentra la hondonada de las Hadas...

martes, 6 de diciembre de 2011

Bizcocho de café


Bizcocho de café

75 gr. Mantequilla fundida
200 gr. Azúcar
2 huevos batidos
175 gr. Harina
10 gr. Levadura
Una pizca de sal
125 gr. Café

Precalentar el horno a 180ºC. Preparar un molde.
 Tamizar la harina, la levadura y la sal.
Mezclar el colorante y la leche.
Mezclar la mantequilla y el azúcar, y añadir los huevos. Una vez todo mezclado añadir poco a poco la mezcla de harina y, después, el café.
Poner en el molde y hornear 35 minutos.
Dejar reposar unos minutos y desmoldar.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Red Velvet Cake



Red Velvet Cake (también llamado “Pastel de terciopelo rojo”)


Pastel de varias capas que se caracteriza por su llamativo bizcocho rojizo, en contraste con la crema de vainilla.   

Bizcocho

75 gr. Mantequilla fundida
300 gr. Azúcar
2 huevos batidos
Una cucharadita de extracto de vainilla
225 gr. Harina
3 cucharadas de cacao en polvo
Una pizca de sal
Una cucharada de colorante rojo
150 gr. Leche

Precalentar el horno a 180ºC. Preparar un molde redondo. Tamizar todo junto la harina, la levadura, el cacao y la sal. Mezclar el colorante y la leche.
Mezclar la mantequilla y el azúcar, y añadir los huevos. Incorporar el extracto de vainilla. Una vez todo mezclado añadir poco a poco la mezcla de harina y la leche.
Poner en el molde y hornear 30-35 minutos.
Dejar reposar unos minutos y desmoldar. Cortar el bizcocho por la mitad y enfriar.
Juntar las piezas con parte de la crema y extender el resto por encima.

Crema de vainilla (Buttercream)

75 gr. Mantequilla fundida
225 gr. Crema de queso
400 gr. Azúcar glass
Extracto de vainilla

Batir la mantequilla y la crema de queso. Añadir la vainilla y el azúcar.


viernes, 2 de diciembre de 2011

1ª Receta: Mochis al microondas


El mochi es similar al pastel de arroz chino llamado nian gao. En Corea, existe algo casi idéntico, llamado chapssaltteok. Aunque se come todo el año, el mochi es comida tradicional para el año nuevo japonés, cuando es más común su consumo.

El mochi es muy pegajoso y algo mañoso de comer. No se recomienda dar este dulce a niños muy pequeños o a personas que tengan algún problema en la deglución.

Esta receta es muy sencilla y fácil de hacer. Por supuesto, los verdaderos mochis son mucho más laboriosos, caros y díficiles. Si alguna vez tenéis ocasión de probarlos en un restaurante japonés, hacedlo. No obstante, esta versión casera está muy buena.
Necesitaremos:

Harina de Arroz (En el Mercadona vale 90 céntimos el paquete)
Azúcar
Agua

Para el Relleno:

Mermelada, dulce de leche, chocolate fundida, crema, nata o lo que queramos. Lo tradicional es rellenarlos con pasta de anko (pasta de judías rojas japonesas). La podéis encontrar en tiendas especializadas, pero si no otro día explicaremos su elaboración.

Preparación:

-En un bol apto para microondas, mezclamos una taza de agua, otra de harina de arroz y un cuarto de taza de azúcar. Es mejor que el agua esté tibia.
-Lo mezclamos todo con una espátula de madera (no metáis la mano, se pega muchísimo y es difícil de limpiar) hasta tener una mezcla homogenea.

-Tapamos el bol con papel film de plástico asegurándonos de que no queden resquicios por donde pueda entrar aire.

-Lo ponemos un minuto al microondas a máxima potencia.

-Sacamos destapamos y mezclamos bien.

-Lo volvemos a tapar con film, y metemos otro minuto a máxima potencia o unos segundos más. Al sacarlo debería quedar una masa ya dura.

-Dejar enfriar hasta que pueda manipularse.

-En una superficie de trabajo enharinada (esta masa es horrible de trabajar, se pega muchísimo), formar pequeñas bolitas y aplastarlas hasta formar como una galleta.

-En el centro de cada una, poned un poquito de relleno.

-Cerrad los bordes hacia arriba dándole forma de flor o lo que queráis, dejando el relleno dentro.

-Si queréis, rebozar en azúcar glasé.

Nota: los mochis hay que esperar a que estén fríos del todo antes de guardarlos en tuppers o cajas, si no se estropean y deshacen. Duran unos días en la nevera.

En un día como hoy, todo puede pasar

Hoy es un día gris. Un día de finales de otoño y principios de invierno, frío y lúgubre. Un día de nubes, un día de lluvia. Un día de malas noticias y sombríos presagios. De despedidas, de rupturas y finales.

"En un día como hoy, todo puede pasar" -pienso, lúgubre, mi mente tan gris y plomiza como el cielo que me rodea. Las desgracias me rodean, pintadas en el rostro malhumorado o triste de los transeuntes. A ese lo han echado del trabajo, ese ha discutido con su mujer, esa está enferma... llevan sus historias escritas en el semblante, y mi corazón las lee como libros abiertos.

Entro en el metro, más malas caras. El convoy llega con retraso. Ojeo distraida la prensa. Accidentes, crímenes, desgracias... la crisis persiste, arrastrando cada vez más cola. Más paro, menos empleo, más familias en la ruina.

Y llegó a mi destino, ignorando a los mendigos que cada vez más, pueblan las calles de mi ciudad. Mi amiga llega tarde, me siento a esperarla. Los escalones del metro son fríos, pero no importa. Se podría decir que nací cansada, que estar rodeada de tantas desgracias me pesa demasiado. También nosotras llevamos nuestra parte de pena. Poco a poco, mi cuerpo languidece. Me pierdo en mis pensamientos. Mi amiga tarda, hace frío. Pienso en pastel de ciruelas y chocolate, en frutas escarchadas y en los roscones de reyes que ya adornan los escaparates de las pastelerías... y una mano sobre mi hombro viene a sacarme de mi ensoñación.

-Señorita... ¿se encuentra bien?- Es un anciano. No lo conozco, pero su rostro arrugado y bondadoso me sonríe afablemente. Lo miro perpleja. No sé en que momento he empezado a llorar, ni porqué. El aire frío seca mis lágrimas con presteza. Pero el anciano me mira, e insiste.

-No sé preocupe, estoy perfectamente...- no voy a compartir mis cuitas con un desconocido, bastante malo es que me hayan pillado llorando.

-Anímese. Al final, creame... nunca es para tanto.

 De pronto sonrío. Y siento como si me quitaran un peso de encima. El hombre se marcha, dejando el calor de su mano en mi hombro y el eco de sus palabras en mi mente.

Y sigo mi camino, y el día es menos gris. Y las caras de la gente parecen de repente menos agobiadas, menos tristes. Por fin llega mi amiga. se sorprende al verme sonriendo.

Y yo callo, porque no podría decir porqué sonrío, porqué de repente me siento feliz. Pero quiero compartir mi alegría, y reír, reír hasta perder el sentido.

Porque en un día como hoy, todo puede pasar.